Pedro López Calvo aboga por la recuperación de las raíces cristianas de Europa a través de la religiosidad popular, a través la evangelización de los miembros de las cofradías y de las personas en torno a ellas

 

Bilbao/ 6 de diciembre de 2006.

 

Pedro López Calvo, sacerdote misionero y vicario provincial de los redentoristas de España, abogó en el I Congreso Internacional de Cofradías de Vírgenes Patronas por recuperar las “raíces cristianas de Europa en sus valores esenciales de amor al hombre, de defensa de la dignidad de la persona, de libertad, de solidaridad con los pobres y de recuperación de la trascendencia”, dentro del marco de trabajo de la tradición, la cultura y la religiosidad en el nuevo espacio europeo. Una tarea en la que, en su opinión, “la religiosidad popular se encuentra en situación de privilegio”, y que puede acometerse a través de una nueva evangelización de los cofrades y de las personas que se encuentran próximas a ellas. Y es que, en su opinión, la cofradía es una asociación que sirve “como medio de integración en la Iglesia a distintos fenómenos de religiosidad popular”. Todo “un reto de estar presente entre los hombres y mujeres de nuestro tiempo, el tiempo de Dios, siendo sal, luz y levadura, fermento que hace posible el nacimiento del reino de Dios”, según el propio López Calvo.

El sacerdote misionero recordó la importancia de las raíces cristianas de Europa a través de varias citas de personajes relevantes, entre ellos una del Rey Juan Carlos: “Europa es más que un continente (…). Es sobre todo una concepción de la vida fundada en principios humanistas y cristianos”.  Y es que “el hecho histórico de Europa no puede ser entendido sin el dato cristiano, -según López Calvo-, y es en la Edad Media donde esta constatación tiene su razón de ser y donde cobra más pleno significado”, cuando se construyeron catedrales, surgieron las cofradías y florecieron en general numerosas expresiones de religiosidad popular.

De todas formas, el sacerdote misionero no se olvidó de la tarea que a la Iglesia le corresponde en la nueva sociedad, al afirmar que debe aceptar que la cultura ahora se organiza desde la “autonomía” del sujeto y desde la “secularidad” de la realidad, y que la vida social y política se organiza desde la “laicidad”. Y señaló la importancia de pedir perdón por los errores cometidos y de acometer la nueva evangelización de la religiosidad popular desde “el acompañamiento y el diálogo, respetando procesos personales y comunitarios”.

Una religiosidad popular que “es la religiosidad del pueblo”, recalcó el ponente, y que se mueve “en las coordenadas de la gente común y asume sus modos de expresarse en la familia, la profesión, la sociedad y la cultura ambiente”.